viernes, 2 de noviembre de 2012

jueves, 25 de octubre de 2012

Gracias...


Muchas gracias por asistir a la presentación.

La presencia de ustedes hizo que la actividad fuera un éxito.

miércoles, 17 de octubre de 2012

El corazón delator- Edgar Allan Poe



Poe es un escritor norteamericano que tiene una gran influencia en los escritores hispanoamericanos del siglo XX.

martes, 2 de octubre de 2012

sábado, 8 de septiembre de 2012

¿Qué pasó en la clase hoy?

SEPTIEMBRE

Sobre el cuento

Caricatura: Toscano
(...) Para entender el carácter peculiar del cuento se le suele comparar con la novela, género mucho más popular y sobre el que abundan las preceptivas. Se señala, por ejemplo, que la novela se desarrolla en el papel, y por lo tanto en el tiempo de lectura, sin otro límites que el agotamiento de la materia novelada; por su parte, el cuento parte de la noción de límite, y en primer término de límite físico, al punto que en Francia, cuando un cuento excede de las veinte páginas, toma ya el nombre de nouvelle, género a caballo entre el cuento y la novela propiamente dicha. En este sentido, la novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que en una película es en principio un "orden abierto", novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación. No sé si ustedes han oído hablar de su arte a un fotógrafo profesional; a mí siempre me ha sorprendido el que se exprese tal como podría hacerlo un cuentista en muchos aspectos. Fotógrafos de la calidad de un Cartier-Bresson o de un Brassai definen su arte como una aparente paradoja: la de recortar un fragmento de la realidad, fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende espiritualmente el campo abarcado por la cámara. Mientras en el cine, como en la novela, la captación de esa realidad más amplia y multiforme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, que no excluyen, por supuesto, una síntesis que dé el "clímax" de la obra, en una fotografía o un cuento de gran calidad se procede inversamente, es decir que el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucho más allá de la anécdota visual o literaria contenidas en la foto o en el cuento. Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knockout. Es cierto, en la medida en que la novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases. No se entienda esto demasiado literalmente, porque el buen cuentista es un boxeador muy astuto, y muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando ya las resistencias más sólidas del adversario. Tomen ustedes cualquier gran cuento que prefieran y analicen su primera página. Me sorprendería que encontraran elementos gratuitos, meramente decorativos. El cuentista sabe que no puede proceder acumulativamente, que no tiene por aliado al tiempo; su único recurso es trabajar en profundidad, verticalmente, sea hacia arriba o hacia abajo del espacio literario. Y esto, que así expresado parece una metáfora, expresa sin embargo lo esencial del método. El tiempo del cuento y el espacio del cuento tienen que estar como condensados, sometidos a una alta presión espiritual y formal para provocar esa "apertura" a que me refería antes.
(Julio Cortázar, argentino)
 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Correspondencia de las artes

La niña de Gilberto Díaz
Fábula del canvas
Érase una vez un Espacio en blanco y vacío. Habiéndose sentido tan solo, se las arregló para que brotara un Punto Negro en alguna parte de su alba Vacuidad. El Punto preguntó al Espacio de dónde provino su ser tan puntual, y el Espacio le contestó que de su propia Soledad. Esta respuesta hizo nacer en el Punto una soledosa sensación de unicidad e imitó al Espacio, cultivando tal sentimiento hasta que el Punto floreció en un espectro de Colores primarios, los cuales se mezclaron en parte y en parte se mantuvieron aislados hasta crear algo así como una Paleta de Pintor.
Mas las individualidades de cada Color, del Punto y del Espacio no acababan con el Sentido de Soledad, sino, al revés, la intensificaban. Los Colores, en su desesperación y angustia, imitaron la Cromática Eclosión del Punto Negro hasta el surgimiento de un Pincel. Los Colores se consolaron con la esperanza de que el Pincel los mezclaría tan y tan bien, que la Soledad se extinguiría, pero la Unicidad del Pincel respetaba las correspondientes Unicidades de los Colores, y, por tanto, la Soledad del Espacio, del Punto, de los Colores y del propio Pincel se multiplicaron por Cero. —Cómo es posible que siendo ya tantos como hay, prevalezca tal soledosa individuación— todos se cuestionaban perplejos.
El Pincel intuyó el acto creador de sus progenitores y se dispuso a imitarlo y, de este modo, plasmó a su imagen y semejanza una Niña Vestida de Blanco y con Pelo Negro, la cual pendía del Pincel, pero Ella creía que lo sostenía a Él, mientras pintaba al azar la Eclosión Cromática, de la cual el Pincel, a su vez, fue su Ocasión de Ser. Sin rostro, estando de espaldas, la Niña se interponía entre el vasto Espacio como un grandioso Canvas y una Clara Luz que siempre había estado Ahí, iluminándolo Todo. Sólo entonces los Colores, el Punto Negro y el Espacio intuyeron que tal Soledad era ilusoria, estando presente siempre, la Clara Luz, saturando sus individualidades y entretejiéndolas mutuamente, y, finalmente, se regocijaron, aunque momentáneamente.
Pero su Alegría se desvaneció, cuando se percataron de que el privilegio de su autoconciencia exigía la ignorancia de la Niña, y, desde entonces, el Arte de la Pintura y sus correlatos se esfuerzan para que la Niña de Nuestros Ojos se vuelvan hacia la Clara Luz, Informe, Vacía y plena de Posibilidades, sin la cual Nuestras Sombras no soñarían el Sueño de la Razón, sobre la cual aparece, la Niña, parada de puntillas en ademán de alcanzar la Razón del Sueño del Espacio.
(Prof. Rubén Soto)