miércoles, 22 de agosto de 2012

Correspondencia de las artes

La niña de Gilberto Díaz
Fábula del canvas
Érase una vez un Espacio en blanco y vacío. Habiéndose sentido tan solo, se las arregló para que brotara un Punto Negro en alguna parte de su alba Vacuidad. El Punto preguntó al Espacio de dónde provino su ser tan puntual, y el Espacio le contestó que de su propia Soledad. Esta respuesta hizo nacer en el Punto una soledosa sensación de unicidad e imitó al Espacio, cultivando tal sentimiento hasta que el Punto floreció en un espectro de Colores primarios, los cuales se mezclaron en parte y en parte se mantuvieron aislados hasta crear algo así como una Paleta de Pintor.
Mas las individualidades de cada Color, del Punto y del Espacio no acababan con el Sentido de Soledad, sino, al revés, la intensificaban. Los Colores, en su desesperación y angustia, imitaron la Cromática Eclosión del Punto Negro hasta el surgimiento de un Pincel. Los Colores se consolaron con la esperanza de que el Pincel los mezclaría tan y tan bien, que la Soledad se extinguiría, pero la Unicidad del Pincel respetaba las correspondientes Unicidades de los Colores, y, por tanto, la Soledad del Espacio, del Punto, de los Colores y del propio Pincel se multiplicaron por Cero. —Cómo es posible que siendo ya tantos como hay, prevalezca tal soledosa individuación— todos se cuestionaban perplejos.
El Pincel intuyó el acto creador de sus progenitores y se dispuso a imitarlo y, de este modo, plasmó a su imagen y semejanza una Niña Vestida de Blanco y con Pelo Negro, la cual pendía del Pincel, pero Ella creía que lo sostenía a Él, mientras pintaba al azar la Eclosión Cromática, de la cual el Pincel, a su vez, fue su Ocasión de Ser. Sin rostro, estando de espaldas, la Niña se interponía entre el vasto Espacio como un grandioso Canvas y una Clara Luz que siempre había estado Ahí, iluminándolo Todo. Sólo entonces los Colores, el Punto Negro y el Espacio intuyeron que tal Soledad era ilusoria, estando presente siempre, la Clara Luz, saturando sus individualidades y entretejiéndolas mutuamente, y, finalmente, se regocijaron, aunque momentáneamente.
Pero su Alegría se desvaneció, cuando se percataron de que el privilegio de su autoconciencia exigía la ignorancia de la Niña, y, desde entonces, el Arte de la Pintura y sus correlatos se esfuerzan para que la Niña de Nuestros Ojos se vuelvan hacia la Clara Luz, Informe, Vacía y plena de Posibilidades, sin la cual Nuestras Sombras no soñarían el Sueño de la Razón, sobre la cual aparece, la Niña, parada de puntillas en ademán de alcanzar la Razón del Sueño del Espacio.
(Prof. Rubén Soto)
 

jueves, 16 de agosto de 2012

lunes, 13 de agosto de 2012

Bienvenid@s al "blog"


Recuerda que este espacio se nutre con tus comentarios.